Mitigar las graves consecuencias del bullying.
Desarrollar hasta los niveles más óptimos habilidades socio-emocionales clave, funciones cognitivas, valores y control mental (desarrollo de súper cerebros), como factores de protección útiles a lo largo de la vida.
Compensar el desequilibrio de poder y fuerza ejercido por los victimarios.
Transformar los roles del agresor, víctima y espectador, y sustituirlos por respeto, valores y empatía.
Eliminar el sentimiento de soledad, melancolía y tristeza en las víctimas.